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Tendencias de las finanzas sustenables en México y el mundo durante el 2021

Tendencias de las finanzas sustenables en México y el mundo durante el 2021

Otro impredecible y distinto año de pandemia llega a su fin. Si el 2020 fue disruptivo, el 2021 no se quedó atrás. Nuevas formas de lidiar con el coronavirus emergieron y con ello, el status quo de lo conocido una vez más, fue sacudido hasta sus raíces más profundas. El planeta lleva ya más de dos años en una situación inaudita, que ha puesto a prueba sistemas de salud, gobiernos y sus políticas públicas, sistemas económicos, relaciones humanas y la forma de hacer negocios.

El mercado de inversión verde y sustentable en México resultó ser resiliente a la situación global, logrando una vez más, números récord. Si hacemos un recuento de los datos más importantes, en el 2021, los bonos con etiquetas verdes, sociales o sustentables -instrumentos financieros destinados a financiar proyectos sostenibles en el país – sumaron un total de 39 colocaciones en el mercado bursátil, número que supera por más de 3 veces las colocaciones del 2020.

El monto total emitido de instrumentos con etiqueta ascendió a $181,775 millones de pesos, cifra 2.7 veces mayor al monto emitido en 2020 y 17.8 veces mayor al 2019. La colocación de deuda más grande fue realizada por el Gobierno Federal con un bono soberano sustentable de EUR 1,250 millones. Este fue el segundo bono en su tipo emitido por el gobierno mexicano, donde los recursos obtenidos serán utilizados para implementar estrategias que permitan reducir las brechas sociales y económicas en el país promoviendo objetivos de desarrollo sostenible.

El mercado de las finanzas sustentables en México va a la alza, con números que cada año superan al anterior. No obstante, el crecimiento del mercado durante el 2021 en comparación a otros fue algo excepcional.

Esta tendencia es un espejo de lo ocurrido en los mercados financieros a nivel global. Gobiernos e instituciones internacionales otorgan una creciente jerarquía a las finanzas verdes, destinando cada vez más recursos para alcanzar diversos compromisos de reducción de emisiones de GEI o emisiones netas cero. Según Climate Bonds Initiative, el total de deuda global emitida en bonos verdes a la fecha es de USD 1.5 trillones, colocándose solo en el 2021 USD 452.2 bn. Este es un aumento del 34.3% sobre la cifra alcanzada en el 2020 de USD 297 bn que en sí misma ya significaba un record histórico.

Por otro lado, la COP26 representó un importante impulso para la transición hacia una economía sostenible. A principios del mes de noviembre, más de 190 líderes mundiales y decenas de miles de representantes gubernamentales, de empresas y ciudadanos, se reunieron en la vigésima sexta sesión de la Conferencia de las Partes (COP26) en Glasgow. En este foro se anunciaron una serie de compromisos y planes por parte de los sectores público y privado sobre cómo abordar de forma urgente el cambio climático. Una de las lecciones mas notorias de la conferencia mundial fue el rol que desempeña el sector financiero como motor de cambio fundamental para un futuro sostenible.

Dentro de los principales anuncios dentro de la COP26 destacó la creación del Glasgow Financial Alliance for Net-Zero (GFANZ), una alianza formada por 450 instituciones financieras que en conjunto suman USD 130 bn en activos bajo gestión, cifra que representa el 40% de los activos financieros globales, mismos que ahora están comprometidos a apoyar la transición hacia una economía baja en carbono a través de inversiones responsables.

Adicionalmente, 28 países y bancos de desarrollo, que cubren una tercera parte del PIB mundial, se comprometieron a poner fin al financiamiento de combustibles fósiles en el extranjero para finales del 2022, priorizando la transición hacia energías limpias. Esto implicará una reducción de USD 8 bn destinados al financiamiento de combustibles fósiles en el año.

Nuestro vecino del norte publicó su Plan de Emergencia para la Adaptación y la Resiliencia (PREPARE), donde proveerá a países en desarrollo de USD 3 bn al año para financiar “estrategias de adaptación” ante el cambio climático. Esta iniciativa movilizará capital público y privado desde los Estados Unidos, creando oportunidades para aquellas empresas consientes de los impactos sociales y económicos del deterioro ambiental.

Mientras tanto, en México, el Consejo Consultivo de Finanzas Verdes (CCFV) sostuvo la quinta edición del foro de financiamiento sostenible más importante de México y América Latina: “Finanzas Sustentables MX21”, donde se reunieron los sectores público y privado para compartir las tendencias internacionales y avances locales más relevantes en la materia. Entre los principales temas abordados destacó el panorama global post-COP26, oportunidades para una recuperación económica sostenible, compromisos de neutralidad de carbono, sectores clave para la transición, estrategia gubernamental, financiamiento verde en mercados bancario y bursátil.

Adicionalmente, en el marco de este evento anual, se anunció la creación del Consorcio TCFD-México que será liderado por la academia con el fin de promover ampliamente las recomendaciones de divulgación financiera relacionada con el clima. Este gran avance va de la mano de la “Solicitud hacia Emisoras Respecto a la Divulgación de Información Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo”, una iniciativa relanzada por el CCFV en 2021 y firmada por más de 80 instituciones financieras, de las cuales 41 son inversionistas institucionales con operaciones en el país, que en conjunto administran activos por MXN 6.7 billones (equivalente al 27.6% del PIB nacional).

Esos fueron los hitos en cuanto a financiamiento sostenible en México y el mundo durante el 2021. Esperamos en este año una demanda creciente por activos y proyectos ligados a la sostenibilidad, a la par de esfuerzos continuos por estandarizar métricas e indicadores de desempeño, a través de taxonomías, marcos de referencia y nuevas normas contables. Adicionalmente, fluirá mayor apoyo internacional hacia mercados emergentes para el desarrollo sostenible de sus economías. Si bien aún se encuentra en una etapa inicial, este tipo de cooperación puede ser un catalizador vital en las próximas décadas, empujando a nuestra región a una ineludible transición económica sustentable y resiliente.